GEOGRAFÍA
LA LEYENDA DEL SALTO DEL GUADALUPE
Cuenta una leyenda indígena que cierto día llegó a la tribu de los Yamesíes, habitantes a la orilla del plácido Aburrá, un grupo de la tribui de los Nutabes, con el príncipe Ibamá-Purr a la cabeza. Venían éstos a concertar una alianza para combatir contra los belicosos Tahamíes. Una noche al salir la luna por la cima del pandeazucar, Ibamá-Purr sorprensió ocasionalmente en el cercano bosque a la princesa Salgama, Hermosa hija del Casique Nutabe, cuando al claro plenilunio y creyéndose sola cumplía devotamente los extraños ritos de Canicubá, el espíritu del mal – opuesto al bondadoso Abirá, a quien estaba consagrada. Prendando de la doncella a primera vista la hizo suya, la tomó en brazos y seguido de sus fieles guerreros emprendió furtivamente la fuga en veloz canoa que se alejó aguas a bajo a golpe del remo, salvó enseguida los impetuosos rápidos del Porce hasta la desembocadura de un torrente que arrastraba arenas de oro, y por sus orillas continuaron hasta el punto donde la nación de Ibamá – Purr tenía ricos placeres auríferos.
Lleno de ira y de dolor, el cacique Yamesí lanzó en persecución del príncipe Nutabe sus guerreros, que días adelante lo sorprendían al caer la tarde cuando en íntimo coloquio con Salgama contemplaban juntos al borde de un grande abismo y a la sombra de una palmera las turbulentas aguas del arroyo que caía al fondo. Diez Arcos al unísono tensados por otros tantos fuertes
pares de brazos diestros disparaban diez flechas que se clavaban todas en la espalda de Ibamá – Purr, transpasándolo de lado a lado y dejándolo muerto en el acto. Sobre el cadaver tibio del amante vertió Salgama interminables lágrimas toda la noche siguiente y cuando la aurora del nuevo día apareció en el cielo corriendo y precipitándose por las peladas rocas a la sima del riachuelo habían formado una cascada, a la cual desde entonces solían ir las doncellas de la tribu a llorar penas de amor, acrecentando su caudal más y más.
LEYENDA DE LA PIEDRA DEL ENCANTO
Hace mucho años cuando el municipio era minero, la piedra del encanto se abría los viernes santos a las tres de la tarde; allí la personas podían ir a sacar una pucha de oro que le servía para vivir durante un año completo, en retribución a este oro la persona tenía que llevar una prenda de vestir.Cierto día fueron dos amigos a sacar oro de la piedra y cuando salieron uno de ellos estaba muy enfermo y casi moribundo, el no decía nada a cerca de lo que había hecho en la piedra el viernes santo.
La familia de este señor mandó llamar al amigo que lo había invitado para preguntarle que era lo que pasaba; cuando éste llegó le preguntó al amigo que más había sacado de la piedra y él le contestó que dentro del carriel había echado un pollito de oro demás. El amigo fue y le sacó el pollo de oro y lo colocó sobre un árbol cerca de la Casa y un ave se lo llevó, el señor se alivió pero la piedra jamás se volvió abrir.
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